Las tecnologías y la evaluación en EVEA

Con respecto a las nuevas tecnologías y su inserción en la educación y la evaluación, la especialista Marilina Lipsman (2020) en su conferencia de EAD - UNCA, hace unos aportes muy interesantes tomando la tecnología como un instrumento que puede tener algunos fines u otros dentro de la evaluación, pero que tiene un potencial que no ha sido utilizado como se debería.

En primer lugar, nos plantea que se puede ver la evaluación administrada por la tecnología, que agiliza los resultados, pero no agrega otros elementos, dejando afuera la complejidad del proceso evaluativo, como así muchos aprendizajes de los alumnos que no se tienen en cuenta.

En segundo lugar, las tecnologías como objetivo, basados en supuestos y creencias en relación con el aprendizaje, considerando muchas veces una sola respuesta correcta, y que contradicen el proceso de enseñanza que podemos hacer con la evaluación. Esto me recuerda a las palabras de Melina Furman, cuando habla de preguntas fácticas, aquellas que se pueden responder con una definición o parte del texto en la bibliografía. Por esto es necesario repensar la forma en la que evaluamos para considerar todos los aspectos trabajados con los alumnos, para evaluar los procesos más profundamente.

En tercer lugar, lo propone como aporte al diseño y desarrollo por parte de los docentes, es decir que, cuando evaluamos en el proceso formativo, esas evaluaciones aportan a la mejora de las prácticas de las siguientes clases, ya que sabiendo lo que los alumnos pudieron comprender o no, la programación de las clases siguientes se puede basar en eso y dar continuidad al proceso de aprendizaje de los alumnos.

En cuarto lugar, hace una diferencia entre el ámbito público y privado de la evaluación, debido a que con el uso de las TIC las evaluaciones se presentan en formato digital factible de ser compartidos a otros ámbitos y personas mediante redes sociales, plataformas y otros medios, ya no se queda solamente en el aula, sino que trasciende ese espacio.

En quinto lugar, plantea la evaluación para transparentar los procesos cognitivos de los alumnos, ya que el movimiento de los alumnos deja huellas en los sistemas utilizados que permiten ver sus procesos cognitivos, que actividades le llevaron más tiempo o fueron más difíciles de realizar.

Para finalizar, expresa que la evaluación debe ser un trabajo colaborativo que se debe realizar entre alumnos, docentes y alumnos, y con especialistas, menciona algunas opciones como los i-portafolios o los transfolios, producciones colaborativas, que permiten compartir el proceso con colegas, entre alumnos, para una construcción de enseñanza y aprendizaje en grupos. Esto lo propone para realizarlo en momentos de evaluación formativa. Tiene puesto el enfoque en la colaboración durante el proceso de cursada de las materias. Aunque hay muy buenas ideas de trabajos de este tipo, aún no se está aprovechando todo el potencial que tienen las TIC para realizar una evaluación crítica. En conclusión, si se incorporan nuevas tecnologías, pero no se aprovecha el potencial que pueden llegar a tener, las cosas no van a cambiar, dicho de otra manera, si en la virtualidad se continúa con las mismas prácticas que en la presencialidad, las TIC no dejan de ser un mero instrumento o recurso como lo pueden ser las tizas y el pizarrón, por ende, debemos repensar nuestras prácticas de enseñanza y evaluación mediadas por las TIC.

Considero que la tecnología no debe tomarse sólo como un instrumento al momento de evaluar, sino que deben ponerse en práctica diferentes estrategias mediante las herramientas adecuadas para que no solo sirva para que el docente recopile información o meros datos, sino que también pueda analizar más profundamente los procesos de aprendizajes de los alumnos. Existen muchas expectativas de lo que las tecnologías pueden aportar al proceso de evaluación como al de la enseñanza, pero hay que evitar caer en prácticas conductistas con respuestas únicas, o verdadero/falso, y poder ir más allá, buscando que estas evaluaciones provoquen un seguimiento más extenso de los procesos reales de los alumnos. Estas nos permiten tener una comunicación más fluida con los alumnos propiciando la retroalimentación. A su vez, también permite compartir estas construcciones de los aprendizajes volcados en trabajos elaborados por los estudiantes, trascendiendo el espacio del aula y acompañar al alumno durante todo el proceso de aprendizaje como el de evaluación.

Evaluar en entornos virtuales es poder evidenciar los procesos cognitivos de nuestros alumnos, poder ver de alguna manera si el proceso de enseñanza que propusimos resulto en un proceso de aprendizaje por parte de ellos. Y si los objetivos que nos planteamos en el inicio de nuestra propuesta realmente dieron los frutos que esperábamos. Más allá de las herramientas que podamos utilizar, debemos pensar y diseñar herramientas de evaluación, ya que el contexto es muy diferente al modo presencial.

Debemos definir qué es lo que queremos ver en esa evaluación y que herramienta es la más adecuada a nuestro propósito. Generar una herramienta que nos permita no solo obtener datos, sino también en valorar y juzgar esa información que tenemos de los alumnos, al ser planteado por medio de la tecnología, debemos asumir que los estudiantes estarán con la bibliografía a la mano, por lo que las preguntas que puedan ser respondidas fácilmente con un párrafo del libro no deben ser tomadas en cuenta, más bien se trata de considerar la reflexión del alumno sobre los temas planteados o la elaboración de trabajos que impliquen la implementación de esos conocimientos o el análisis de casos concretos.

Esta evaluación mediada por las TIC implica considerar aspectos didácticos y pedagógicos, permitiendo que los alumnos puedan recibir una devolución de las evaluaciones, que sepan qué tareas realizan correctamente y cuáles no, y sobre estas últimas obtener detalles de lo esperado por el docente para poder realizar mejoras en ese aspecto y aprender de los errores.