El contexto del origen de la Educación Argentina
- ATEC Aprendizaje Tecnológico
- 15 ene 2022
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Cuando hablamos en lo cotidiano de la homogeneidad y la heterogeneidad en la educación, muchas veces caemos en la situación de comparar conceptos sin pararnos a pensar en que es lo que produjo cada uno de estos enfoques desde el contexto socio-histórico y político de nuestro país. Para los fines de este artículo no se tomarán hechos pormenorizados de la historia, sino aquellos que dieron significado y origen a lo que nos interesa, la educación argentina. Para analizar esto debemos ubicarnos en los años 1880-1930, una Argentina que crecía como país, y que estaba orgullosa de estrenar el título de Capital Federal, como así de los progresos que hasta entonces se habían logrado. Se pactan acuerdos de centralización del poder con Julio Argentino Roca como presidente.
Se encontraban en la búsqueda de un modelo de educación que pudiera cumplir con los objetivos y los ideales que como país se tenía. Estos tenían que ver con la modernización, la civilización, el progreso, y mejoras en la calidad de vida. Teniendo a la educación como una herramienta importante en este proceso, debía enfocarse en mantener la armonía, el orden y la unidad.
En esta época, se miraba a Europa como un modelo a seguir, pudieron observarse la construcción de edificios ostentosos que representaran la grandeza y el lujo, la unidad Nacional y la estabilidad política.
La economía del país, integrada con el mundo, estaba basada en la exportación de materias primas agropecuarias y la importación de los productos necesarios. Los que se encontraban al frente de las decisiones económicas pensaban que no era necesario tener industrias en el país, que ese trabajo lo podían realizar en el exterior. La función del estado, en ese sentido, era facilitar el transporte de productos al puerto por vías ferroviarias, las que en su mayoría se encontraban en manos extranjeras, británicas y francesas. Comienzan a aparecen las primeras empresas del estado para cubrir estas necesidades, ante la falta de inversiones del sector privado.
En esta situación se evidencia que la población argentina no es suficiente para cubrir la mano de obra necesaria. Se esperaba que la llegada de extranjeros, anglosajones, pudieran impulsar la industria en el país, viéndolo como la posibilidad de mano de obra calificada al menor costo. Siguiendo con este ideario cultural que los europeos eran superiores, comienza un plan de poblar la argentina, pero no con latinoamericanos, sino con europeos, abriendo sus fronteras a los inmigrantes, a capitales y tecnología extranjera.
Es así que los inmigrantes comienzan a llegar, en su mayoría españoles e italianos, sin recursos, cargados de ilusiones y promesas de tierra, vivienda, trabajo, paz y estabilidad. Aunque la realidad pronto se deja ver. Los recién llegados son alojados en el “Hotel de inmigrantes”, un lugar de hacinamiento, falto de higiene, con lugares compartidos con otras familias, sin privacidad, y como si eso no fuera poco, se dan cuenta que solo tienen una semana para buscar un techo propio y sustento. El trabajo comienza a ser cada vez más escaso, y muchos de ellos se van a vivir en conventillos, viejas casonas abandonadas. Los pocos afortunados en tener recursos económicos se movilizan en búsqueda de oportunidades.
En este contexto comienzan las disputas del estado con los representantes de la iglesia católica sobre la educación, que hasta entonces estaba en su mayoría en poder de éstos últimos. En estos tiempos previos a la sanción de la ley, la educación tenía como objetivo que los alumnos aprendan a leer, escribir, contar, los primeros cálculos y el catecismo.
El estado toma la responsabilidad de la educación en vistas del poder, y el alcance unificador que le otorga sobre la población. A su vez, existía el temor de que los inmigrantes, considerados de cultura superior, pudieran representar una amenaza para la paz social y el ideal que como país se tenía. Mediante la educación se busca formar al ciudadano en el ejercicio de derechos y deberes, con bases en la nacionalidad argentina para derrotar a la barbarie. Comienza el proceso homogeneizador de las diferencias culturales y naturales.
Algunos de los antecedentes para la creación de la ley fueron en 1871, la Ley de subvenciones escolares, en 1875 la Ley de Educación Común de la Provincia de Buenos Aires, enseñanza primaria gratuita y obligatoria, en 1870 la creación de la Escuela Normal de Paraná para la formación de maestros competentes que pudieran socializar a la población en la identidad nacional. El 28 de enero de 1881, fue creado el Consejo Nacional de Educación a cargo de Domingo Faustino Sarmiento, dependiente del Poder Ejecutivo Nacional, a cargo en ese entonces, del presidente Julio Argentino Roca.
El 11 de abril de 1882 se lleva adelante el Primer Congreso Pedagógico Nacional, iniciando así un debate sobre qué tipo de sistema educativo se quería para la Argentina y sentar bases para la Ley de Educación. Asisten 125 educadores locales y extranjeros. El consenso sobre la educación, que sea común a todos sin distinciones culturales, de sectores sociales, residencia, género, u otras diferencias, que sea pública y gratuita para garantizar acceso a todos, graduada de acuerdo a la edad, obligatorio para que todos, independientemente de sus orígenes culturales deban educarse, no tuvieron mayores inconvenientes, ya que todos estaban de acuerdo. Lo que si representó un conflicto fue decidir si se debía o no enseñar contenidos religiosos en las clases. Los representantes el catolicismo sostenían que una educación atea no tendría valores morales suficientes para la formación del ciudadano, bajando el nivel de civilización de la población, mientras que el estado, por su parte, que debía ser laica, que la enseñanza de religión implicaría un retroceso fomentando la intolerancia. Finalmente se decide, en encuentros posteriores, que la Educación Argentina debe ser laica, como símbolo de tolerancia a las diferencias culturales y creencias de todos los habitantes.
El 8 de julio de 1884, se sanciona la Ley de Educación Común 1.420, Pública, Gratuita, Obligatoria, Graduada y Laica con el objetivo de formar a sus habitantes en el sentido de pertenencia e identidad nacional. Se cambia en enfoque educativo para que no solo se enseñe a leer, escribir, contar y calcular, sino que aparecen los contenidos organizados en asignaturas, se definen espacios de estudios intercalados con espacios de descanso, los hoy conocidos como recreos. Se prohíbe el uso de castigos corporales y disciplina con hostilidad. Entre tantos otros cambios que se produjeron. En esos tiempos, la educación se encontraba atravesada por las teorías tradicionalistas y el aprendizaje memorístico.
En 1915, aparece un símbolo de la homogeneidad, el guardapolvo blanco. Matilde Filgueiras de Díaz, maestra de una escuela porteña, veía que la vestimenta de uso cotidiano que llevaban los alumnos ponían en evidencia los sectores sociales de los que provenían sus estudiantes. Propuso el uso del guardapolvo blanco, comprando las telas de su propio bolsillo y dándoles instrucciones a las familias para que los confeccionaran. Esto generó una polémica que duró varios años, algunos sostenían que sería otro gasto más para las familias menos pudientes que no podrían afrontar, otros estaban de acuerdo que sería beneficioso para ocultar las diferencias socio-culturales. Entre debate y debate sobre el tema, en 1942, se hace obligatorio su uso para todas las escuelas primarias como símbolo de integración social e igualdad de oportunidades.








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