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Grooming o ciberacoso

Muchas veces escuchamos o leemos en los medios y redes sociales sobre el Grooming o ciberacoso, pero no le damos la importancia que se merece. No nos detenemos a pensar a lo que están expuestos nuestros niños y adolescentes al momento de ingresar a internet, cosa que cada vez se observa en niños de edades más tempranas. Algunos cuando comienzan a leer y escribir ya tienen cuentas de redes sociales entre otras, y se le abren las puertas a un mundo desconocido para ellos.

¿Estamos prestando la suficiente atención a lo que hacen nuestros niños y adolescentes en la web? ¿Con quiénes se comunican? ¿Sabemos de qué hablan y con quién? ¿Los estamos educando para proteger su información personal?


Son muchas preguntas como estas y otras más las que me trae a pensar en el Grooming.


Ahora bien, primero definamos que es el Grooming para saber de qué estamos hablando.


La ORG Grooming Argentina lo define de la siguiente manera:


“Es el acoso sexual virtual a niños y adolescentes, consiste en acciones deliberadas por parte de un adulto de cara a establecer lazos de amistad con un niño con fines sexuales”


En esos casos un adulto sostiene una relación amistosa con un niño o adolescente para ganarse su confianza, generando un vínculo con él. Esto provoca que el niño sienta que del otro lado del dispositivo tiene una amistad en la que puede confiar y hablar de cualquier cosa, lo siente su amigo, muchas veces el engaño también incluye hacerse pasar por alguien de su edad, con la propuesta de conocerse y entablar una relación amorosa. Esta confianza hace que vaya exponiendo sus datos personales, conformación familiar, dirección, horarios laborales de sus padres, entre otras cosas. Este adulto va llevando al niño por un camino de seducción, provocación, incluso enviándole contenidos de índole sexual, proponiendo actividades de este tipo al menor. Cuando el niño accede a estos pedidos y el adulto obtiene material sexual de su víctima, pasa al chantaje, amenazas y extorsión consiguiendo así mayor cantidad de material pornográfico que los niños proporcionan por temor a que las primeras sean expuestas a sus familias, volviéndose un círculo vicioso entre amenazas y material enviado.


Estas consecuencias llegan muchas veces a encuentros físicos con los menores para abusos sexuales directos, secuestro del menor para prostitución o producción de material pornográfico, entre otras tantas posibilidades que exponen la seguridad de los niños, su integridad física y mental. Las consecuencias que esos actos provocan en las victimas son irremediables, ya nunca volverán a ser los mismos.


Ante esta situación ¿Qué debemos hacer para prevenirlo?


Como padres debemos sostener una comunicación fluida con nuestros hijos y generar el ambiente de confianza que les permita expresarse y no tener miedo de pedirnos ayuda en caso de necesitarlo. Debemos educarlos para que sepan los riesgos a los que se enfrentan al sostener comunicaciones con personas que no conocen, como así también la protección de datos personales y su propia intimidad.


Como educadores, debemos propiciar momentos de reflexión y debate sobre los riesgos de la web, la importancia de su privacidad e intimidad. Brindarles espacios de expresión en la que puedan manifestar sus miedos y preocupaciones, sus experiencias y que harían en caso de enfrentarse a estas situaciones.


Si detectamos un caso de Grooming (o potencial caso), ¿Qué hacemos?


Lo primero es mantener la calma y no borrar ninguna información de los dispositivos utilizados. Esto servirá de evidencia al momento de radicar la denuncia pertinente. No enfrente al acosador ni le haga saber que está al tanto de la circunstancia, sino podría provocar el alejamiento de éste sin poder identificarlo ni encontrarlo más. Recordar siempre que los menores son las victimas en esta situación, los adultos que se dedican a estas cosas son especialistas en la manipulación para obtener lo que desean y se aprovechan de la inocencia de los niños y adolescentes. Y por último y no menos importante, contenerlos emocionalmente en este difícil momento que ya de por si es traumático para ellos y necesitan del sostén emocional de los adultos de su confianza, agradéceles por haber confiado y bríndales la tranquilidad de que recibirán la ayuda necesaria. Si los adultos en quienes ellos confiaron reaccionan de mala manera, enojándose o aun peor, castigándolos, es posible que la próxima vez que necesiten ayuda no lo pidan y queden aún más expuestos y desamparados.


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